Beneficios de tener gatos: Un ejemplo de cómo te salvan de la depresión

Cómo un gato puede ayudarte a combatir la depresión: Caso real Hola. Yo soy la limeña introvertida y me acabo de crear este blog para hablar de mis hijos. Tengo 5 bebés gatiperros (tranquilos que no es una especie nueva mutante, más adelante explicaré a qué me refiero con esta palabra) desde hace poco más de dos años y me gustaría contar mi experiencia y compartir conocimientos, secretos, tips, etc, sobre este tipo de maternidad. O paternidad: padres solteros gatunos ¡bienvenidos!

Empiezo por algo muy importante y que puede que las personas que no tienen hijos de cuatro patas se tomen en broma: un perro, un gato, o cualquier otra mascota, podría salvarte la vida, literalmente o librarte de las garras de la depresión.

Hay muchos estudios que avalan los beneficios de la interacción con una mascota en el estado de ánimo, e incluso hay terapias especializadas con animales para tratar afecciones emocionales, cognitivas y sociales, de modo que no es un invento de los animalistas. Y, en mi caso, he experimentado el asunto y me he quedado realmente sorprendida por el cambio que he visto. Les contaré la historia.

Cómo una gata le salvó la vida a una mujer

Había una vez una mujer que no tenía ganas de nada. No existía en su vida ninguna razón por la que despertar cada día fuera algo bueno. Incluso tenía periodos depresivos tan intensos que imaginaba la muerte como una forma de descanso y paz.

Un día, repentinamente, apareció en su casa una gata adulta, mansa y tremendamente confiada. La mujer la botó, pero la gata volvió al día siguiente; volvió a botarla, pero regresó otra vez, y otra y otra... y así durante un tiempo. La gata comenzó a robar comida de la mujer, así que, para evitar que le causara más destrozos, la mujer empezó a alimentarla, pero no contó con que la gatita ladina se acostumbraría y terminaría instalándose con ella.

Luego de un tiempo, la mujer se mudó a otro lugar mientras hacían unas reformas a su casa. Por supuesto no se llevó a la gata, pero, poco después, su conciencia la obligó a buscarla para darle de comer. Entonces, la pequeña astuta la siguió y se dio cuenta de donde vivía ahora, así que se instaló allí también.

La mujer se acostumbró a esa rutina: La gata intentaba colarse dentro de la casa, ella la sacaba a la fuerza y terminaba dándole de comer afuera. Así pasaron las semanas y, al poco tiempo, la gata se preñó. La mujer no tenía ni idea de dónde tendría sus bebés -no estaba dispuesta a alojarla en su casa- pero la gatita, astuta, ya dijimos, se logró meter una madrugada y tuvo 3 pequeñines.

Entonces todo cambió. La mujer despertó con unos agudos maullidos y descubrió a la familia felina acurrucada en un rincón de la casa. En cuanto vio a los gatitos, algo dentro de ella se despertó y, aun sin ser consciente de ello, se convirtió en su protectora.

Con el paso del tiempo, la mujer volvió a su antigua casa y con ella volvieron la gata y sus peques. Cuando estos crecieron, dio a uno en adopción y tuvo la desgarradora sensación de estar entregando a uno de sus hijos, de modo que decidió quedarse con los otros dos. Para no seguir agrandando la familia, la gata y sus hijos fueron esterilizados, sin embargo, uno de ellos se convirtió en padre de todos modos.

Y es que el gato, siendo un adolescente macho castrado, tuvo el extraño instinto de mimar a un gatito callejero, todavía bebé, que sobrevivía con la poca comida que la mujer podía darle. Era como si el pequeño fuera su cría: jugaban juntos, dormía enroscado con él, lo limpiaba, permitía que le hurgara la barriga en busca de leche. La mujer se quedaba sorprendida siempre que los veía juntos. Y ya que el pequeño era muy dulce y cariñoso, al final terminó incorporándose también a la familia. Así terminaron siendo 4 gatunos.

Cuando la mujer se dio cuenta, el vacío y la pena estaban aparcados. No habían desaparecido, pero quedaron en un segundo o tercer o hasta cuarto plano en comparación con todas las cosas de las que tenía que ocuparse por sus peques. Y, claro, ahora morirse era lo último que se le antojaba. Tenía que mantenerse vivita y coleando para poder cuidar a su familia.

A ellos todavía se les agregó una gatita más, pero esa es otra historia.

Esto no es ficción. Básicamente, todo lo que he relatado es real, así que puedo dar fe de que un gato o un perro puede salvarte. ¿Tienes alguna experiencia parecida? Me encantaría que me la contaras en los comentarios. =)

Comentarios

  1. Que bonito final tuvo tu historia, en mi caso gracias a mi preciosa gatita y su hijita, mi triteza es casi nula con solo un ronroneen hacen que me olvide de todo lo malo, son el motivo por el cuál sigo en este mundo, gracias a ellas he hecho cosas que jamás pensé que lograría, las quiero muchísimo.

    Pd: Te comento que me gusta mucho leer tu blog desde que lo encontré. ♡

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